lunes, 8 de diciembre de 2014

No quiero ser maestra...?

Y es por esta razón que no quiero ser maestra...
Mi mamá es maestra de primaria, esta en doble turno, o sea trabaja todo el día. Lleva 19 años aproximadamente trabajando, los mismos 19 años que llega cansada, estresada, enojada pero adivinen ¿Quien lleva la peor parte?, mi hermano y yo... por cualquier error que hacemos ella esta siempre reclamando, y si, yo entiendo que este cansada y todo, pero que acaso nosotros tenemos la culpa?...
No estoy generalizando, se que hay maestros que son lo contrario a mi mamá, pero yo me reflejo en ella, yo no quiero vivir toda estresada y enojada con el mundo por como me va en el trabajo.
No quiero ser grosera con todos los que me rodean, no quiero vivir enojada... no quiero ser maestra.

sábado, 25 de octubre de 2014

Octubre 25, 2014.


Hoy es mi cumpleaños número 19, y adivina que… tu no estas, y la verdad es que no se porque te espero aún, si ya se que no volverás, nunca más.
Si, me haces falta, el problema es, que no puedo superarte, no puedo olvidarte, en todos te busco a ti, quiero al chico lindo y tierno que me llamaba “princesa”, tu eras perfecto para mi, o al menos eso me hiciste creer.
Muchas personas me han dicho que tal vez todo fue una mentira, y que probablemente el que ya no estés aquí, también lo sea… no te miento, lo he pensado y si así fue, no quiero saberlo, o tal vez si, tal vez si me dijeras, si te encontrará, si te volviera a ver lo sabría y solo en ese momento podría olvidarte.
Por ahora, te recordaré con los buenos momentos, como siempre lo hago… como siempre lo hice, como siempre lo haré.
Hoy es mi cumpleaños número 19 y te extraño.

jueves, 9 de octubre de 2014

¿Recordará? (Paola Klug)

Permanecía quieta y en silencio mirando hacia el techo de la habitación; con su mano derecha sostenía un cigarro a punto de terminarse, con la izquierda una hoja arrugada en la que había escrito toda una historia para él.
Ya no habían lágrimas entre sus ojos, tampoco había muestras de su voz tratando de escapar de su garganta. Aquella canción sonaba con fuerza; ella la repetía una y otra vez  solo para convencerse a si misma de que la angustia que sentía era provocada por los riffs de la guitarra o  las percusiones y no ocasionada por esa maldita ausencia que en ocasiones le carcomía.
Se habían acabado los años pasados, los marzos y los diciembres; las breves caminatas sobre la hojarasca o los charcos. El compartir almohadas y cigarros, las promesas y las palabras. Solo quedaba ella, su cigarro encendido, la carta no dada, la espera interminable, los labios secos  y una última canción que hablaba de los dos.
Permanecía quieta y en silencio mirando hacia el techo de la habitación; con su cuerpo desnudo y frío, con su corazón roto, con una triste sonrisa enmarcando su rostro.
-¿Leerá la historia? ¿Escuchará la canción? ¿Recordará?
¿Recordará?…

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Trenzaré mi tristeza (Paola Klug)

Decía mi abuela que cuando una mujer se sintiera triste lo mejor que podía hacer era trenzarse el cabello; de esta manera el dolor quedaría atrapado entre los cabellos y no podría llegar hasta el resto del cuerpo; había que tener cuidado de que la tristeza no se metiera en los ojos pues los harìa llover, tampoco era bueno dejarla entrar en nuestros labios pues los obligaría a decir cosas que no eran ciertas,  que no se meta entre tus manos- me decía-  porque puedes tostar de más el café o dejar cruda la masa; y es que a la tristeza le gusta el sabor amargo. Cuando te sientas triste niña, trénzate el cabello; atrapa el dolor en la madeja y déjalo escapar  cuando el viento del norte pegue con fuerza.
Nuestro cabello es una red capaz de atraparlo todo, es fuerte como las raíces del ahuehuete y suave como la espuma del atole.
Que no te agarre desprevenida la melancolía mi niña,  aun si tienes el corazón roto o los huesos fríos por alguna ausencia. No la dejes meterse en ti con tu cabello suelto, porque fluirá en cascada  por los canales que la luna ha trazado entre tu cuerpo. Trenza tu tristeza, decía,  siempre trenza tu tristeza…
Y mañana que despiertes con el canto del gorrión la encontrarás pálida y desvanecida entre el telar de tu cabello.